El menor de mis problemas



Quizás peco de exagerada cuando digo que todas, o casi todas, hemos tenido a un hombre demasiado joven en nuestras vidas, ocupando ese lugar a nuestro lado cuando, en realidad, el papel le quedaba demasiado grande. Bien, en mi caso, el menor de mis problemas, fue también el primero de los que encabezaron la lista de las relaciones formales. Yo era apenas una adolescente, llena de complejos e inseguridades, poco acostumbrada a las atenciones de los chicos que formaban parte de mi mundo, y él, era aún más joven que yo, quizás aún más inseguro, pero he de decir que más arriesgado, pues de donde yo vengo, salir con una chica mayor siempre ha sido cosa de valientes. Por otro lado, en mi escasa madurez sabía que aquello probablemente no llegaría a ninguna parte, pero era una experiencia nueva y yo siempre he sido muy curiosa. Sin dilatar mucho el relato, aquello acabo de la manera más predecible posible, otros chicos le comieron el coco y a pesar de decir que no podía vivir sin mí, me dejó de un día para otro, sin dar muchas explicaciones y debo admitir que sin importarme mucho. Aquello estaba destinado al fracaso, pero solo en mi caso, pues éramos ambos demasiado jóvenes. A día de hoy sigo sin poder encontrarme en la situación de soportar a un “niño”, aunque sea solo un año, o dos, menor que yo, pero quien sabe si cuando cumpla los 35 ya los sabré lo suficientemente maduros para arriesgarme una vez más, por ahora solo puedo decir: “ufff, que pereza”  

Alex

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