Hola, linda

Soy consciente de que mi colega de blog ya ha redactado un artículo dedicado al ligoteo cibernético, pero en este apartado no me voy a referir a una conversación entre dos personas con intenciones reciprocas y ánimo lúdico, no. Voy a dedicarlo a esos originales y atrevidos usuarios de las redes sociales que no encuentran otra manera de iniciar un intercambio que diciendo: Hola, linda. Estoy segura de que alguien ha tratado de investigar a estos sujetos como patrón de conducta psicológico, y si no es así, tomen nota, que propongo el tema para la tesis de diploma de cualquier estudiante de la psique humana. Es impresionante la frecuencia con la que llega a mi sección de mensajes un saludo de esta naturaleza, que dice tanto con tan pocas palabras. En esa simple frase se esconde una enmarañada red de pensamientos: vi tu foto mientras tiburoneaba en busca de víctimas y como no te conozco y no tengo nada más en qué fijarme, escribo un mensaje privado después de revisar cada una de las fotos visibles de tu perfil, basado en lo superficial y vacío de tu atractivo físico, esperando que tengas las mismas necesidades que yo y aceptes conversar conmigo sobre temas intrascendentes, a la espera del momento más conveniente para pedirte fotos inapropiadas y, si por alguna casualidad, me ignoras, te reclamaré tu falta de atención hacia un perfecto desconocido que te escribe de manera escalofriante, porque eres muy mal educada, hasta el punto de llamarte perra y decirte que me respondas o secuestraré a tu gato, para después disculparme diciéndote que no soy así normalmente, que eres hermosa y me perdones. ¿No les ha pasado? ¿No? Ah, bueno, quizás es solo mi imaginación. 

Alex

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