A ojos de la justicia
No sé si les ha pasado alguna vez o soy yo que tengo una suerte muy puñetera, pero mis rupturas con mis parejas pueden llegar a ser muy surrealistas. Algunos me han dejado para no hacerme daño o para irse con otras, pero la más divertida, por mucho, de estas anécdotas fue cuando me dejaron por miope. En un día cualquiera de escuela, iba yo por el pasillo muy tranquila, ajena a un mundo que sin importar cuando me esforzara no veía sin la apropiada graduación de unas gafas que me negaba a utilizar por razones estéticas. En dicho pasillo estaba, al parecer, el chico (siendo muy literal pues era al menos 20 centímetros más bajito que yo) con el que salía en ese momento. Ese día pasó con evidentes manifestaciones de incomodidad por su parte, y yo permanecía sin conocer el motivo, hasta que, esa misma noche me llegó, vía SMS, una elaborada declaración de principios, enmarcada en una verborrea llena de orgullo de macho herido comunicándome que ya no seríamos pareja. Aquello me resultó tan injusto que no mereció mi angustia, ni siquiera cuando, arrepentido, me pidió mil perdones. Nunca manifesté mis verdaderos sentimientos respecto a aquella situación temiendo ser muy cruel, pero querido, yo seguiré siendo ciega y tú seguirás creyendo que eso es motivo suficiente para incomodarte, y para eso mejor que trates con alguien de tu tamaño.
Alex
Comentarios
Publicar un comentario