El bardo
Aprovecho la plataforma que me ofrece la comodidad de esta descabellada idea conjunta para airear una breve idea que ronda mi cabeza hace ya un par de años. A muchas nos complace lo maravilloso de un verso, nacido en lo espeso de una poesía, o lo hipnótico y absorbente de una prosa complaciente, porque sin importar que tan gélidas seamos, lo que nace del alma nos llama y nos seduce. Pero, cambiando sutilmente mi forma de hablar, vengo a decir que hay que saber dónde poner el límite. Si nos acabamos de conocer no espero para nada una declaración de amor en formato poético y rimbombante, que llega a mi teléfono en el momento en que decido ir al baño. Me pregunto si soy yo la que está mal, pero según mi experiencia, el tiempo es fundamental para sentir algo tan profundo como eso, pues solo con el tiempo vas a llegar a conocerme y podrás saber entonces si va más allá de la atracción y el interés, pero si vas a desnudar tu alma antes de decirme tu apellido o concertar una segunda cita, entonces aviso desde ahora que no llegaremos a buen puerto.
Alex

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