Un viaje a lo desconocido
Mi isla bella, tan calurosa como encantadora, rodeada de playas maravillosas que se sienten muy lejanas cuando la cuarentena del coronavirus te mantiene encerrada en plena ciudad; pero para aquellos que tuvieron la suerte de quedar confinados a la orilla del mar, esta pandemia no ha sido tan dura. Surfeando por mi página Facebook, que es por donde único se puede surfear a estas alturas, me encontré con una publicación de un joven de nombre navideño que mostraba unas fantásticas fotos de esas playas que me conozco tan bien, encabezando la exposición con la pregunta: “¿Alguien más tuvo la misma suerte?”. Ni corta ni perezosa, llena de orgullo por mi país, le contesté. Y así comenzó una bonita amistad, con una persona que no se parecía a mí en lo más mínimo, que tenía una filosofía de vida que me resultaba fascinante y que despertaba mi interés de una manera que hace mucho no lograba nadie. Hablábamos todos los días, a toda hora, de todos los temas habidos y por haber y así durante un mes y poco más.
Llegamos a planear mi viaje a la playa con él nada más pasara la cuarentena, pues la verdad queríamos conocernos antes de que regresara a su país, pero las cosas dieron un giro muy desafortunado.
De pronto un día se levantó con el pie izquierdo y en un ataque de histeria por falta de meditación me reclamaba que no le escribía, aun sabiendo que yo llevaba un par de días en casa de mi mejor amiga y colega de blog, huyendo de una desagradable situación familiar y que en momentos como ese suelo apartar el teléfono y las redes. Poco después, cuando al parecer se había levantado con el derecho y me dirigió nuevamente la palabra, intenté hablar con él, interesada por mantener algún tipo de relación cordial, pero su respuesta, encabezada por la decisión de centrarse en sí mismo ahora que las cosas habían cambiado, fue motivo suficiente para arribar a la siguiente conclusión: no importa que tan elevado sea, que tanto sepa y te enseñe de la vida o que tan diferente parezca, todos son iguales en lo que a reclamar atención respecta. En vistas de lo cual, seguiré planeando mi viaje a la playa con mi amiga para disfrutar de las maravillas de mi deslumbrante isla, mientras él decide de qué lado de la cama se levanta hoy.
Alex

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